Hoy vi mi primer partido de la NBA. Para mí era una de las cosas que tenía que hacer alguna vez en la vida. No de esas cosas que aparecen en las listas de Travel & Living o de páginas de Internet que para mí son estupideces (sobre esto, si no te gusta el futbol no estás ni ahí con ir a la Bombonera a ver como la gente de Boca mea para abajo a la de River en un “superclásico” o si no te gusta caminar y acampar poco te interesa arrastrar 20 kilos en la mochila para ver un bloque de hielo y tres piedras en Torres del Paine) sino una de las cosas que me hubiese encantado hacer cuando tenía 12 años y a los 25 igual las disfruto igual, tal vez más.
Igual que para el partido de college la entrada se la compré a un revendedor. Esta vez mi asiento fue más caro y mucho peor pero me dio lo mismo, tuve la oportunidad de ver al mejor jugador del mundo. Pague $40 dólares por un asiendo de $52 (before taxes) y quedé literalmente lo más arriba que se podía estar. Insisto, me dio lo mismo.
La gente alrededor mío debe haber pensado que era un estúpido. Sacando fotos todo el partido, riéndome sólo, con cara de cumpleaños en la penúltima fila, yo hubiese pensado lo mismo, pero repasemos un poco.
i. ¿Vi un partido de la NBA como siempre quise hacerlo? Check.
ii. ¿Vi al mejor jugador del mundo? Check, Lebron James.
iii. ¿El partido fue bueno? Check, se definió en la última jugada y con 10 segundos por jugar Antawn Jamison puso arriba a los Wizards por dos.
iv. ¿Vi clavados, triples con la falta, parafernalia en el entretiempo y todo el show gringo? Check.
Entonces feliz les cuento que hoy cumplí un sueño de infancia y es realmente bueno. Cuando supe que me venía a DC de las primeras cosas que hice fue ver el calendario de los Wizards. El 4 de Enero lo anoté inmediatamente porque era un partido en la tarde (no tenía que volver en metro en la noche) y venía Cleveland con Lebron James. Poder ir fue realmente increíble.
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